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martes, junio 20, 2006

Utilización de metáforas en la Comunicación Humana:

Esta ultima clase revisamos la importancia del entendimiento y reflexión que se puede realizar con las metáforas.

Envío las metáforas que trabajamos en clases.

Saludos!


METÁFORAS:

¿Quién eres?


Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.

"¿Quién eres?", dijo una Voz. "Soy la mujer del alcalde", respondió ella.

"Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada". "Soy la madre de cuatro hijos".

"Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes". "Soy una maestra de escuela".

"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión". Y así sucesivamente.

Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta "¿Quién eres?". "Soy una cristiana".

"Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión"
"Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados".

"Te he preguntado quién eres, no lo que hacías". Evidentemente no consiguió pasar el examen, porque fue enviada de nuevo a la Tierra.

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Creatividad


Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuro un chivo expiatorio para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas posibilidades de escapar al terrible veredicto ....¡la horca! El Juez también complotado cuidó, no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo y, por ello, dijo al acusado:

"Conociendo tu fama de hombre justo vamos a dejar en manos de la justicia universal tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras "culpable" e "inocente", Tu escogerás y será la mano justiciera la que decida tu destino." Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda "CULPABLE" y la pobre victima aun sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente: "¿Pero que ha hecho? ¿Y ahora cómo vamos a saber el veredicto?"

"Es muy sencillo, respondió el hombre, es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué". Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja: sea creativo. Cuando todo parezca perdido, use la imaginación. "En los momentos de crisis sólo la imaginación es más importante que el conocimiento." Albert Einstein


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Perspectiva


Una vez alguien le preguntó a una madre: —¿Cómo está tu hija?


—¿Mi hija? No sabes la suerte que ha tenido. Se casó con un hombre maravilloso que le ha regalado un coche, le compra todas las joyas que quiere y le ha dado un montón de sirvientes. Incluso le lleva el desayuno a la cama y le permite levantarse a la hora que quiera. ¡Un verdadero encanto de hombre!

— ¿Y tu hijo? —¿Ese es otro cantar! Menuda lagarta le ha caído en suerte... El pobre le ha regalado un coche, la ha cubierto de joyas y ha puesto a su servicio no sé cuántos criados. Y ella se queda en la cama hasta el mediodía. ¡Ni siquiera se levanta para prepararle el desayuno! Moraleja: El afecto deforma nuestra percepción.

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La mariposa


Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vió que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir del capullo.


El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llego un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y así fue que por fin la mariposa pudo salir. Sin embargo al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.

El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

Libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud. Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Si se nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiríamos en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podíamos haberlo sido. ¡Cuánta verdad hay en esto!

Cuántas veces hemos querido tomar el camino corto para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres.

Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego. Nunca permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener.



El Dragón


Hace mucho tiempo, en las colinas de la Patagonia, había un pueblecito muy pequeño. Sus habitantes estaban pasando hambre, pero no salían a recoger la cosecha, porque vivían dominados por el temor de un dragón que habían visto en sus campos.


Un día, llegó al poblado un viajero, y cuando éste pidió comida, le explicaron que no podían darle nada porque el dragón les impedía salir a los campos. Se trataba dé un hombre valeroso, así que se ofreció para matar al dragón.

Cuando llegó al lugar en cuestión, descubrió que no se trataba de un dragón, sino de una enorme sandía. Así que regresó al pueblo y les dijo: "No tenéis nada que temer, no hay ningún dragón en vuestros campos, sólo una enorme sandía".

Los lugareños sintieron tanta rabia que despedazaron al viajero. Algunas semanas más tarde, otro viajero llegó al pueblo. Como antes, al pedir comida los habitantes del lugar le contaron lo del dragón. Este viajero también era valiente y se ofreció para matarlo. Los pueblerinos estaban encantados. Pero cuando llegó a los campos también vio la sandía gigante y volvió al pueblo para decirles que no tenían por qué tenerle miedo a una sandía gigante. La gente del pueblo lo cortó en pedazos.

El tiempo transcurrió y las gentes estaban ya desesperadas. Un día, apareció un tercer viajero. Pudo ver lo desesperada que estaba aquella gente y les preguntó cuál era el problema. Cuando le contaron lo del dragón prometió deshacerse de él para que los lugareños pudiesen cosechar sus campos. Cuando llegó al lugar, también vio la sandía gigante. Sacó la espada, entró en el campo y la hizo pedazos.

Después regresó al pueblo y comunicó a sus habitantes que había matado al dragón. Los lugareños estaban encantados. El viajero se quedó con ellos durante muchos meses, los suficientes como para enseñarles la diferencia entre un dragón y una sandía.